Hoy hemos practicado en primera persona los hábitos de higiene. Como no es lo mismo, decirlo, escucharlo y pensarlo a hacerlo nosotros mismos, hemos traído de casa nuestros cepillos de dientes y nos hemos puesto manos a la obra.
Nuestro objetivo era comernos un bizcocho, para ello, primero teníamos que empezar con las manitas. Bien limpitas.
Después de degustar el tan deseado dulce, tocaba cepillarnos los dientes. Hacia arriba, hacia abajo, circulitos, las muelas... y... ¡más blancos que la nieve!
¿A que lo hacemos bien?
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