Bueno, gracias a todos por los comentarios de despedida y agradecimiento de estos últimos días. Os dejo una bonita reflexión de un maestro que nos pasó "una anónimo" a principio de curso y con el que no puedo estar más de acuerdo.
Tengo el convencimiento , de que las obras más perfectas,
de los imperfectos seres humanos,
son aquellas que nacen del corazón.
Y puesto que, con absoluto convencimiento y descaro quiero ser llamado
alguna vez: Maestro,
intentaré cumplir con la asignación de definir, lo que esto es,
desde la perspectiva de mi propio corazón,
sinceramente, sin ruborizarme y convencido
de lo que pienso, tanto, que lo escribo y rubrico;
hasta que alguien, tal vez algún genuino Maestro,
es decir, un ser humano menos imperfecto que yo,
me enseñe lo que esto es, realmente... Ser Maestro.
Es tener vocación de vivir con pasión, la ciencia y el arte,
de esculpir el cuerpo, la mente y el espíritu de los seres humanos,
para que sean un todo armónico, hermoso, consciente y bueno,
para lo mejor y para el bien,
insuflando en sus corazones, la inspiración de crecer, hacia la luz y hacia el amor.
¿Saben?
Las pizarras son monstruos de espanto,
dragones inmensos y malvados de color verde.
La tiza es un artilugio de hechicería, que te hace estornudar y picar la nariz.
Un pupitre no es más que un ingenio de tortura y de terror...
y el salón de las clases, un abismo oscuro y sin fondo.
Los Maestros y las Maestras, -los de verdad-, son magos, hadas maravillosas
capaces de convertir el monstruo en corcel, el artilugio en rienda, el ingenio en carro
y el abismo, en una llanura infinita, donde perseguir y lanzar los sueños.
Ojalá, que un día el Señor, me conceda semejante poder. Amen.
Rotner A. Leal R. (Venezuela)
Septiembre 2011 |